Cuenta la historia que en 1847 la señora
Elizabeth Gregory modificó la receta de una tarta holandesa introduciendo
nueces y almendras en el centro.
El postre quedó tan rico que cuando su
hijo, Hanson Gregory, quien era capitán de un barco, partió a un largo viaje,
Elizabeth tuvo que preparar tartas para toda la tripulación. Pero a Hanson no
le gustaban las almendras ni las nueces, así que las quitaba dejando un agujero
en el centro del pan.
Después, el capitán ordenó al cocinero de
a bordo que preparara todos los panes quitando el centro con la tapa de un
pimentero. Así nacieron las donas.